EL HOMBRE DE LAS 7 CABEZAS EN EL GURE ZIRKUA

Imanol Ituiño sufre incesantes metamorfosis. Tiene siete cabezas distintas y cuando se mira al espejo no sabe con cual de sus rostros se va a topar. En Maese Coral se cala los espejuelos redondos de los antiguos tipógrafos para ejercer como maquetador. Sin rostro, es solo una voz que cuenta historias mágicas cuando enciendes el receptor de radio. Para el, la cámara de cine es un monóculo para ver la realidad a través del cristal de la magia. Río y llora mientras escribe dramas sobre payasos muertos que el resucita. A veces no sabe qué cabeza ponerse o, tiene tantas ideas que se le infla, como Méliès, hasta explotar. Entonces se acuerda que es mago y que tiene en la chistera una cabeza de orejas puntiagudas como un conejo. O se coloca la cabeza para soñar de los que trabajan en la pista de circo, y nos cuenta sus experiencias en el Gure Zirkua donde trabaja como mago y maqueta la revista. Porque…
¡Pasen y vean, pasen y vean!
Por Imanol Ituiño
Es imposible leer estas palabras y no visualizar a un tipo con un megáfono vociferando a la entrada de una gran carpa justo antes de entrar y deleitarse con trapecistas, volatineros, contorsionistas, malabaristas, payasos y acróbatas . “La magia del circo” dicen, pero habitualmente el mago es lo menos mágico del espectáculo. ¡Maldita sea! ¡Qué carga la nuestra de ser los dueños del misterio, la magia y la sorpresa! ¡Menudo compromiso al que nos encomendamos cada vez que agarramos una baraja, hacemos aparecer un bastón o disimulamos un dedo de plástico en el pulgar cuando el pañuelo ha desaparecido! Alabado sea Tamariz.
Es curioso el poder de las palabras, el porqué de llamar a cada cosa como la llamamos. Mientras “montar un circo”, “esto parece un circo” o llamar “payaso” al tonto de turno que se salta un semáforo en rojo es algo peyorativo; “pasar un fin de semana mágico” o “la magia del amor” destacan la magia como algo muy positivo. No es raro ver en anuncios de colonias, móviles o detergentes cómo utilizan la palabra “magia” a su antojo siempre como algo bueno. Sin embargo, en el gremio parece que nos hemos olvidado del verdadero significado de la palabra “magia”. ¿Pero por qué este injusto trato a las palabras? ¿Es acaso un circo un lugar desolador, desordenado y chapucero? ¿Y es el mago, aunque sea de aliexpress, el sumun de la plasticidad estoica artística? (prometo que solo sé algunos significados de las palabras que escribo. De eso va este texto también, del verdadero significado de las palabras…)
Ramón Mayrata, guardián y prócer de este proyecto ilusionante, contundente y carismático que es Maese Coral, me pidió que escribiera unas líneas para esta Newsletter contando mi experiencia en un circo. Llevo un par de temporadas trabajando como mago en uno, y de verdad me ha hecho replantearme qué es la magia, o más bien qué es eso de la “atmósfera mágica” de la que tanto se habla últimamente. Y es de lo que voy a intentar hablar en las siguientes líneas.
Pienso que, si comparamos la magia con el circo (o con otros espectáculos), ésta va un poco a remolque de tendencias o movimientos que ya existen en los demás. Veo un ejemplo muy claro en el humor. Hace tiempo que se dejó de lado ese humor costumbrista, esa “falsa realidad” de “¿ey, sabéis lo que me ha pasado según venía aquí en taxi?” a que los humoristas hablen directamente de lo que es el humor. Que hagan humor con los propios límites del humor, que hagan patente en lo que consiste ser humorista, que bromeen sobre su propia situación real. Sea con Dani Rovira hablando de su enfermedad, sea Ignatius contando su propia vida, sea Valeria Ros enfrentándose a sus haters en redes. Mucho del tema del humor actual es auto-referencial (metahumor, si os queréis poner finos), habla de sí mismo, habla de sus límites y de sus mecanismos para hacer reír.
La magia tiene un pequeño handicap. Y es que tiene secreto, tiene algo oculto que no puede mostrar. La magia siempre es un poco auto-referencial, porque siempre habla de su propia esencia, que es la imposibilidad. No puede haber magia sin que ocurra algo imposible. Pero, de la misma manera, es difícil ser totalmente honesto a la hora de hacer, lo que llamaríamos por darnos el pisto, metamagia. Porque tendríamos que hablar del secreto…¿no?… ¿y? ¿No es acaso lo que llevan años haciendo Penn y Teller? ¿No son acaso Penn y Teller los magos que, directamente, enseñan el truco? Para mí ellos son capaces de ir un paso más allá, y veo clara la analogía entre lo que hacen ellos con la magia y lo que hace Ignatius, por ejemplo, con el humor. Romper las reglas establecidas.
Pero qué pasa con la magia y el circo. En el mundo del circo hace tiempo que hubo una gran brecha. Supongo que, llegado el momento, se juntaron dos grupos de sabios, cada grupo bajo distintas siglas, que se pelearon tirándose narices rojas, flores que escupían agua y trapecios. “¡Lo que tú haces lo ha visto todo el mundo!” decían los partidarios de un circo contemporáneo. “¡Lo que tú haces no es circo, porque ni siquiera se hace en carpa!” les contestaban los tradicionales. “¡Lo que tú haces es muy viejo, es siempre lo mismo, es muy cutre!”. “¡Lo que tú haces es lo mismo que hago yo pero cobrando subvención y más aburrido!”.
Y aún hoy en día sigue esa diatriba entre el circo clásico y el circo contemporáneo. No se si os suena a algo. Podría traducirse en “a ese espectáculo le falta magia” frente a “la cuerda se corta porque voy a recomponerla, no hay que buscarle un porqué”. O “apúntate a clases de teatro, piensa por qué flota la bola, sé la bola” contra “devuélveme el rotulador que así lo conseguí yo”.
Efectivamente, pienso que el circo y la magia están en el mismo punto. Que si nouvelle magie o magia clásica. Que si circo contemporáneo o circo tradicional. Y no sabéis lo divertido que me resulta escuchar estas discusiones bajo la carpa sintiéndome lo suficientemente alejado del mundo del circo (porque yo me considero mago como ser unifuncional e independiente) pero con la cercanía que me da poder entender la discusión con el símil de lo que pasa en magia.
El circo en el que trabajo, Gure Zirkua, es un circo tradicional. Un circo que es un circo. Es decir, llegamos justísimos a las fechas de estreno, siempre falla algún foco en el último momento que un técnico arregla de manera in extremis, cambiamos la escaleta cada vez que hay algún artista lesionado minutos antes de abrir puertas, cosa que trae de cabeza a los músicos… Un verdadero circo.

Gure Zirkua cumple todos y cada uno de los tópicos que le pueden venir a la cabeza a uno mismo cuando piensa en un circo (todos menos el de los animales. Quitando al malabarista no hay ninguno más. Je.). Os prometo que el espectáculo que hacemos en este circo es el espectáculo más honesto, el más real, el más emotivo y el más mágico en el que he participado (y que he visto) nunca. ¿Pero por qué? ¿No estabas pues, maldito escritor de este artículo, queriendo llevarnos a pensar que eras partidario de una renovación en la magia? ¿No llevaban tus palabras a posicionarte a ti, escritor, a favor de modernizar la magia como dices que Penn y Teller hacen?
Pues la verdad es que no. No quiero convencer a nadie de nada, ni de posicionarme de un lado o de otro. No quiero que os apuntéis a teatro, ni que pidáis los rotuladores de vuelta “porque así los conseguisteis” ni que cumpláis todos los tópicos o que huyáis de ellos. En el circo, en este circo tradicional que es Gure Zirkua he aprendido una cosa. He aprendido por qué utilizan tanto la palabra mágico como algo tan positivo. Porque en este circo, os lo aseguro, pasa magia. Porque lo que hacemos, lo hacemos de verdad.
Su jefe, gestor y figura principal del espectáculo es Iker Galartza. Es una cara bastante conocida en el País Vasco, un actor de televisión y teatro que siempre, desde que era un chaval, actuaba en fiestas de pueblos, plazas y frontones con su compañía de payasos, Poxpolo eta Mokolo. Su sueño siempre fue tener un circo. Su propio circo. Iker hizo y hace tele, participa en la escritura de guiones, hace teatro… Y una vez ahorrado lo suficiente, se compró un circo de segunda mano en Luxemburgo. Sacándose el carnet de camión, claro, para poder transportarlo. Porque sí, es él mismo quien conduce el camión, quien monta la carpa, quien dirige el espectáculo y quien actúa. Porque lo hace con corazón. Y el espectáculo es mágico por eso. Porque, aun siendo un “circo”, cada noche riega las flores de la entrada para que a la mañana luzcan estupendas, abre la carpa los días de descanso para airearla, pasa la escoba, friega el suelo, comprueba todo para que el espectáculo sea lo que tiene que ser.
Y por eso es mágico el espectáculo. Porque está hecho con amor, con pasión, con el cariño más absoluto, con el respeto más grande al espectáculo y a su público. Iker es el peor empresario y mejor artista que un circo puede tener. A la hora de plantear las rutas antepone pueblos pequeños y de difícil acceso a capitales o pueblos céntricos donde la venta está asegurada solo por llevar el espectáculo a un sitio donde nunca antes haya habido un circo. Gure Zirkua es pasión. Y eso se nota en el espectáculo. Y si en vez de circo clásico hiciéramos, yo qué sé, costura hebrea, sería igual de mágico… Siempre y cuando la costura hebrea fuera nuestra pasión. Que no lo es. Por eso hacemos circo.
No discutimos con nadie si es mejor o pero lo que hacemos. No intentamos ganar ningún premio. Solo hacemos circo. Lo que nos gusta. Y os prometo que la atmósfera mágica que se consigue, la fascinación de la gente al entrar por el túnel y encontrarse en un pueblo perdido de, por ejemplo, la Gipuzkoa profunda, con esas dos horas de espectáculo tan “de verdad” es lo más mágico que he visto en mucho tiempo. Viva pues el circo, en todos sus sentidos y acepciones, y viva la magia, la magia del circo. Y suscríbanse a Maese Coral. Porque os aseguro que es un proyecto hecho con la misma pasión, cariño y entrega que el espectáculo del circo. Y de la misma manera cambiaremos comas, artículos o tipografías minutos antes de salir a imprenta. Pero lo vivimos. Nos gusta. Y lo hacemos de verdad, con pasión, con amor. Regando las flores de la entrada cada noche, para que a la mañana la portada luzca estupenda.